By J.Manuel -elreylagarton- 10 noviembre, 2008 In Fotografía Industríal

HISTORIAS DE LA PUTA MINA … el diario olvidado de Vegamediana

               Preparando mi colección de fotografías sobre lo que hoy queda de Vegamediana, las ruinas del motor que movió toda la comarca de la montaña oriental de la provincia de León, me he encontrado con el siguiente texto.*** edito: Hasta la fecha desconocía la autoría de esta narración y hoy me han informado de que el autor se llamaba: "MIGUEL VILLACORTA SÁNCHEZ ( 23-10-11)***, pero se ajusta a la realidad en un 100% y creo que será un buen acompañante a mis imágenes….

               El cierre de Hulleras de Sabero fue la muerte de una comarca que veinte años después continua enterrada en el olvido. La entrada es un poquito larga, pero no tiene desperdicio ninguno, así que os animo a que leáis hasta el final.

               HISTORIAS DE LA PUTA MINA

                Que no me tiemble el pulso para escribir mis fobias, para gritarles a todos mis más ingratos recuerdos. Quiero que no se olviden las miserias de unos tiempos, porque faltó el poeta que los cantara o porque siendo tan adversos es mejor dejarlos al olvido. El Valle de Sabero escupe su negra barriga por los pozos de la Herrera y Sucwhiteesiva. Los vagones con su negra carga son arrastrados por una humeante maquina hasta Vegamediana. Allí están los lavaderos, los hornos de cok, la fabrica de briqueta. Los escurridos polvorientos son arrastrados por el agua para llevarlos a las balsas de Vegabarrio, mientras los baldes escalan la montaña en su incesante ir y venir para llevar los escombros, fabricando montañas.

               En Vega Mediana los cuarteles están repletos de gentes nuevas: Gallegos, Extremeños, Andaluces… emigrantes que huyen del hambre, quizás para buscar la muerte en las barrigas infernales de la mina. Gracias a ellos las mujeres de esta cuenca pierden su soltería, que los Santos no les queda quien les vista. Son años de posguerra. España purga a los vencidos. Europa ruge con furor de muerte para aniquilar a un loco, fascista, cruel, que en su demencia aniquila lo mejor de las naciones que a él se enfrentan. El ser humano, la vida. En las tertulias aparecen nombres nuevos: Eisenhower, Stalin, Winston Churchil, De Gaulle, Romel. …Y así un gran número de personajes que la prensa y la radio airean. En España tenemos al Generalísimo, al muy llorado José Antonio Primo de Rivera, Millán Astrain, algún torero, las tonadilleras… Poetas cantadores de la guerra, proclamas y panfletos y el nacional catolicismo que lo impregna todo. De amor ya no se habla, han muerto los poetas. Los mineros del valle vencidos y presos del sistema no son trabajadores, son esclavos a los que los vencedores llaman Rojos y escupen su desprecio.

               “Ay de ti rojo traidor el de la turbia mirada. Vendiste tu patria a Rusia y al diablo vendiste el alma. Ya no hay soles en tu patria, ay de los soles de España. Que cambiaste por la luz de una estrella solitaria. De cinco puntas agudas, cinco puntas que se clavan. Por si no vasta una sola en el pecho de la Patria. Traidor te dicen los ríos, traidor los mares te aclaman. Ay de ti rojo traidor el de la fiera mirada."

               Cuanto dolor siente él cuando escupen en su rostro esos versos nacidos de corazones infestos. Con qué angustia canta (el obligado) “Cara al Sol”, brazo en alto y mano extendida. Él, dieciséis años tenía. Flaco de carnes, vello incipiente en el bigote, los ojos asustados de mirar el hambre y la miseria, perdido en la incertidumbre del futuro. Hará cuanto le manden. ¡Qué hacer sino!

               En la salita del médico él bajó los pantalones como le ordenaron. Sintió tanta vergüenza que la sangre se agolpó toda en su cara. El médico tentó sus partes. Fue un tiempo breve, mas él no olvidaría aquel momento dónde se certificaría que era un hombre. Solo necesitaban eso para incorporarle al redil de los esclavos. En Vega Mediana las bombas que chupan el agua al Esla rugen haciendo temblar la tierra. Sus grandes chorros lavan y lavan el carbón, pero él seguirá negro. Los lodos volverán al río y a partir de ahí el río será negro. Las truchas, al cruzarlo buscando torrenciales y aguas limpias río arriba para el desove, ensucian sus agallas. Otras, quizás, renuncien a subirlo.

               En la casilla, Adela, la pequeña y gran Adela, la enana, cruza en la barca de Corante el río a los obreros. Algunos le pagan por meses. Ella con los pequeños y fuertes brazos agarra el cable tendido, bracea luchando con la corriente. Siempre risueña y dicharachera por que es moza, aunque chica, y gusta de requiebros. Canta canciones de amores mientras los mineros sueñan con sirenas imposibles.

               Los infiernos de Vega Mediana arden constantes devorando el carbón. Las llamas lamen con refulgentes colores, azules, violetas, rojos, y amarillos imposibles. El humo es negro y arrastra partículas incandescentes que el aire lleva. Cuando los hornos escupen su barriga sangrante y roja, los condenados, los obreros, con sus mangueras de agua luchan contra el fuego que llora en volutas de humo y vapor. Son nubes blancas que suben y suben haciendo copos de nieve y algodón. Entonces todo el contorno se difumina con su niebla mientras los condenados tosen y tosen dejando parte de sus pulmones. Lloran con lágrimas de condenados. En su primer día de trabajo, él cogió el cestito de la comida a través de los barrotes del cercado. Vio las lágrimas disimuladas de su madre y no lloró. Estaba estudiando para ser un hombre.

               La fábrica de briqueta tiene UNA IMANAS BARRIGA. Se alimenta de polvo del carbón, de brea. UNA IMANAS caldera calienta el agua que vierte a la panza. Allí se cuece y se amasa. Hecha la digestión por unos agujeros, al que gobiernan cientos de artilugios, escupe las pastillas que son llamadas briquetas. Todo está sincronizado. Las briquetas salen por una cinta, los condenados las cogen con gran maestría y las arrojan a los equis o bajones, allí quedan almacenadas en perfecta alienación. Los condenados, los obreros, para protegerles del abrasador polvo y de los calientes vapores, untan sus caras con ocre del que usan para marcar las ovejas y de esa guisa, más demonios parecen que personas. Los esclavos de la fábrica no podrán mirar al sol, sus ojos abrasados huyen de la luz, buscan las sombras. Él pasó por esto y no lloró. Las lagrimas están muertas, su corazón también. Camina por los polvorientos caminos del pueblo a la fábrica. Va y viene soñando tiempos mejores. Canta versos no escritos mientras arroja vapores de brea en la respiración. La saliva le sabe a brea. En su cara el picor de brea, en su alma condenada, los demonios vierten brea. El infierno está perfectamente estructurado: el capataz, el encargado, el vigilante, son categorías de demonios.Luego están los condenados de distintas edades y condiciones, son muchos. ¡EL¡ A LOS QUE EL HAMBRE PONE YUGO DE COSTUMBRE, DE RESIGNACIÓN, LA LUCHA ESTA PERDIDA.

               En Vega Barrio, las balsas decantan el polvo del carbón. Los obreros, pala en mano, cargarán los bagones en un incesante braceo pues sus inmensas barrigas son insaciables. ¡Cuantas paladas! ¡Cuantos esfuerzos! ¡Cuantas blasfemias! … Único recurso del condenado. Si se paran para descansar del esfuerzo los demonios les jalean con amenazas de despido. Entonces perderían la prima. Él, por la falta de costumbre, por sus debilitadas fuerzas, no rinde en el trabajo. Los demonios se lo gritan, los condenados también. Sufre, llora con lágrimas invisibles. En sus sueños se ven y les ve. Las pesadillas enturbian el descanso y se muere cada noche un poco. También se muere en el día. En Sabero trabajan en una Iglesia nueva. Las paredes alinean sus piedras en ostentosa armonía. Los andamios de anárquicas figuras tejen una jaula de maderas entrelazadas. Las gentes las contemplan con acostumbrada indiferencia. El Cura no cumple su sueño. El pueblo crece, los feligreses también. A misa se va a sonido de corneta. Nadie la oye, pero se intuye, se palpa en el ambiente.

               Sabero tiene una plaza con bóvedas de catedral. Es majestuosa pero le falta el altar. Quizás a Dios no le gusta este sitio. La Ferrería de San Blas se murió en si misma. Algo falló. El Santo fue mal protector, no entendía de hierro. Lo de él era los males de garganta. Las minas tienen la dirección en Sabero. Son los jefes de los demonios. Mandan en todo el valle y en los pueblos próximos. Todos les obedecen, los guardias civiles también y los alcaldes, las juntas vecinales. Todos tienen obediencia del carbón.

               En los montes, los fugados, los maquis, son los únicos que resisten. La banda de Calixto, la de Ramos, van por libres. A veces se comenta de su presencia. Unos les admiran, otros les odian, los demonios les temen y quieren verles condenados. Los guardias les dan batidas como a los lobos. Peinan los montes en cacerías infructuosas. Se trabaja en el nuevo casino. Las elites de Sabero no gustan de la cantina de Santiago. Ellos son diferentes o se lo creen. Visten con ropas ostentosas, ellas y ellos. A los falangistas también les gusta lucir su camisa azul, les da porte y autoridad.

               Berto con su caballo porta pellejos de vino. Berto es grande, con sonrisa de niño. Santiago, Santiaguito por Dios, tiene en Berto un buen vasallo. El pellejero de Sahelices lleva las pieles a cuestas, todo él es un rebaño.

               Mucha gente se emborracha, pero solo los Domingos. Los días de fiesta también.En el cine de Olleros echan el padre Damián. Va de leprosos y de frailes claro. (Él) sueña con ser fraile. En el de Sabero una de vaqueros. (Él) piensa que es mejor ser vaquero que fraile. La Rubia de Víctor baja y sube a Cistierna dejando estelas de polvo por el camino. La carretera enseña sus dientes de piedra con brillos blancos. Las acacias les dan sombras.

               El puente de Sabero nuevecito está. El otro lo derribaron cuando la guerra. Se ve que estorbaba. ¿El puente nace o muere en la cuesta? Solo Baldomero lo sabe pues vive en el límite. ¡Qué manías! Coge puñados de tabaco, los mastica, luego escupe como un carretero. Parece un extra de películas del oeste. ¡Joder que tío! A la casa del barquero solo le queda el nombre. Hace años que no cruza el río.

               La boca mina es armoniosa con los cuadros de madera perfectamente alineados y los raíles brillantes. Al fondo todo es oscuro, inmensamente negro.Para airear la mina hay que hacer respiraderos, pozos de ventilación. Así se llaman. Espadas hizo uno y cuando se dio cuenta en la misma plaza estaba. Creo que fue en Veneros. A lo mejor es mentira, pero el me lo contó.

               Yo no se los nombres de los mineros, de todos, todos no. Es una pena. Me gustaría contarlos, saber más de ellos y de sus familias. Las tripas de la mina son muy largas y retorcidas. Llegan hasta Boñar. Vete a saber sino llagan mas lejos. A pasos de mulas son muchos para contar.

               La mina gasta mucha madera para el posteo, puntos de roble, una medida y un grosor. Las gentes de los pueblos tienen una forma de solucionar sus gastos. Los montes lloran, nadie les escucha. Solo son montes. A los hombres que trabajan la madera de la mina les dicen entibadores. Pues no se. Así les dicen. Y hacen concursos para ver quien lo hace mejor y más rápido.

               Son muchos los muertos en la mina. Siempre lo mismo, un hundimiento, un resbalón, una explosión de grisú. Esta es la más terrible. Las entrañas de la mina explotan con ardores imposibles y los mineros atrapados arden cual condenados en el infierno. Cuando a él le sacan los compañeros, sus rostros negros en mil muecas compungidos, una madre, una esposa, quizás un hijo lloran rabiosos. El valle se estremece y se agrupa en el adiós final al muerto. Después empezará otro día. A Dante en su bajada a los infiernos se le olvido contar esto. La gran rueda de la torre del pozo de la Herrera gira y gira soltando cable o envolviéndolo. La jaula suspendida explora las entrañas de la tierra. Tiene sus paradas en las galerías de los pisos. Las lámparas rompen la negrura con sus chorritos de luz, chirrean las poleas, se estremece en el vacío. Los condenados en su faena empujan los vagones al cargue. En otros tajos arrancan con la puntiaguda pica el carbón de las vetas que la tierra encierra en dudosa simetría. Las capas son angostas. El picador es una lombriz que orada la tierra.

               Cuando la tierra sangra con sus aguas frías el minero tiembla pero sigue en su porfía. El cuerpo se retuerce buscando el acomodo en la estrechez del tajo. Cae el carbón mientras le entierra. Lo esparce con las manos, le oye rugir en la caída hacia la rampa, choca contra las maderas del posteo que restrallan por la presión que el bando tiene, pero él sigue en su faena pues ha de completar el tajo que le designa la tarea. (Él) tendrá noches de insomnio. La jaula se precipita al vacío en un infinito oscuro y tenebroso. También soñará enterrado con el pecho oprimido entre el carbón y la tierra con el grito mudo de socorro en la garganta. Despertará sudando agradecido de estar vivo. Con el tiempo se curará del vértigo y hará de la mina su costumbre. (El) sueña con comprarse una bicicleta, por eso está en la mina. (Él) ya compró las vistas para casarse. Quizás con el tiempo hará una casa con una gran cocina. Ella lucirá hermosa con su mandil de percal. ¡Es tan bonita! (Él) solo estará el tiempo de librase de la mili, luego quizás emigre a la ciudad. No le gusta la mina, la detesta. (El) tiene tantos hijos que qué va hacer sino. Cuantas veces olvida la merienda porque en casa no hay pan para los suyos. Para el tiempo que le queda, seguirá hasta que le llegue el retiro si el diablo no lo enreda. (Él) la mina la tiene como excusa. Le importan más las tierras, por eso finge estar enfermo y busca estar de baja. Cuando mate el gocho le llevará un jamón al capataz para que le de un puesto mejor.

               Respira mal. Se cansa al subir las cuestas. ¿Estará silicoso? El medico dice que no es tan joven. Anda por los treinta. Doce lleva de mina. (El) Pensó que estaban explotados. Le pareció contar bien los tiros. Muchas veces lo recuerda, pero ciego está por esa cuenta. (El) Era vigilante y un hombre de experiencia. Pues ya ves, se equivoco. ¡Pobre rapad, era tan joven!

               Minero lo quiero, madre de las minas del carbón, que aunque tenga cara negra, las pesetas rubias son.

               Serán insensatos, que lo cantan ellos con el porrón en la mano y un cigarro en los labios. (Él) tiene vetas de carbón en las venas y mil nostalgias. No reniega de sus orígenes. Solo quiere su reconocimiento. Las mujeres, las madres, hijas o hermanas elevan plegarias de angustia y miedo. También parirán sus hijos, trabajarán la huerta, atenderán el ganado, limpiarán con mimo la casa para cuando vuelva el minero encuentre grato el hogar. Solo viven para eso. Cuando cerraron las minas de Sabero hicieron un museo. Tiene cuerpo y aunque feo, le falta el alma. Puede ser que no la necesite. ¡Como esta muerto!

               – Oye. ¿Los mineros viven todos?-

               No. Son muchos ya los muertos.

               Sus hijos si que viven.

               El valle está dormido. Otros dicen está muerto… 

 

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9 Comments

  • serapio diciembre 8, 2010

    Un relato crudo y gris (casi negro) de la comarca en posguerra.Pero muy real en muchos términos,ya que todo el norte leonés se resistió como pudo del yugo fascista y fué reprimido bajo el apelativo «rojo»,en muchas facetas de la vida cotidiana.
    Aparte,la vida de esos mineros de interior y exterior era un día a día,sin futuro próximo,ya que se limitaban a vivir el presente lo más intenso del momento,que solía ocurrir con las jarras de vino en rondas del bar y llegar a casa con las cosas hechas para llegar al día siguiente.En esos barracones de empresa y esos valles en V,donde los inviernos duraban 6 meses.Las pocas expectativas de sobrevivir mucho tiempo,pues si no era en el trabajo sería en cama sin pulmones o hígado,la vida tenía los componentes de un cuadro del Greco.
    Con el tiempo,al igual que el resto del País,mejoraron las condiciones de vida en todo y ahora nos parece una cosa del pasado lejano,cuando ésto fué anteayer.
    Otra cosa son las fotos,nunca vistas de cerca,pues nunca me he atrevido a traspasar la prohibición de entrar,pero impresionan esos esqueletos de historia.

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  • serapio diciembre 8, 2010

    Gracias por recordar y molestarte en comunicar éstas marcas de la zona en la que nos criamos y por las que nos tocó pasar,afortunadamente de largo,para estar donde estamos.

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  • tinuca marzo 25, 2011

    Un texto duro, y bastante evocador de algo desconocido para mi, pero tras ver las fotos…. la evocacion se hace mas intensa se sienten las vidas vividas y muertas, se percibe el dolor y la angustia, el abandono es tan desgarrador que por si solo canta contando.

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  • Vadinia octubre 23, 2011

    Miguel Villacorta Sanchez, se llamaba el autor del texto que citas. Un saludo

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    • Photography J.Manuel octubre 23, 2011

      Muchas gracias por informarme del nombre el autor de éste escrito desgarrante y realista sobre Vegamediana -por los apellidos percibo el que incluso sea posible el que fuesemos familia-.
      Saludos

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  • J.Manuel -elreylagarton- octubre 28, 2013

    Hoy la desgracia ha regresado a la cuenca minera leonesa, el día de hoy, 28 de octubre de 2013 quedará grabado por un nuevo accidente que ha sesgado la vida a un buen puñado de mineros. Descansen en Paz…

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  • Yolanda Santos marzo 10, 2018

    Hola! acabo de leer este documento y me ha hecho recordar cuando mi padre Pedro Santos García nos contaba a mi y a mis hermanos historia que vivio en Vegamediana cuando trabajo alli, por degracia mi padre fallecio hace casi dos años y ya no contara más historias.

    El trabajo comenzo a trabajar en Vegamediana , creo recordar, muy joven aprendiendo el oficio de mecánico-electricista llegando a ser oficial de 1ª. Le llamaban el Mister, nos contaba como llegaban las vagonetas y como instalo el y otros compañeros la llínea por donde las vagonetas iban por la montaña. Cada vez que pasabamos por la entrada de Vegamediana a mi padre le hubiera gustado parar y pasar a ver sus recuerdos, y no lo hizo. Pero el año pasado yo si pase, con mi marido y mi hijo, era triste ver como todo esta desruido, pero a la vez alegre por ver donde mi padre tabajo y explicale a su nieto con orgullo donde trabajo su abuelo.

    Vengo de familia por parte de padre minera, mi abuelo Miguel Santos que vivió en Sahelices tabajo en la herrera, mi tío Miguel tabajo en Vegamediana y estoy orgullosa de ello.

    Hoy tengo 43 años me encanta la tierra de mis padres y aunque yo nací en Madrid mi corazón es de León, de Cistierna, Sabero Sahelices y Villahiviera de rueda. 

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J.Manuel Sánchez elreylagarton

Su pasión incondicional por la fotografía, el arte y la cultura le ha llevado a formarse como profesor de fotografía, fotógrafo social, musical y de eventos, además de realizar exposiciones individuales y colectivas y a colaborar con diferentes medios de comunicación y agencias, que han publicado muchas de sus fotografías.

Retratista de la realidad que le rodea. Ambicioso, atrevido y fiel a su forma de entender la vida.

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