…Y fueron pasando las lunas en MadriZ, noches de campamento al SOL de una plaza abarrotada de gentío bajo el sueño de la utopía. Y entre ellos también encontraron refugio los que por utopía tenían el sueño del sudor de los demás para el beneficio propio –una plaga de “piojos y liendres” sociales fue creciendo al calor de los utópicos hasta conseguir que el espíritu del cambio se convirtiera en el espíritu de “mejor dejar las cosas así… porque esto apunta a peor”.
Utopía y los suyos se reunían cada tarde en círculos concéntricos dispuestos aquí y allá por los aledaños de SOL en donde la ilusión viajaba en forma de propuestas para un mundo mejor. Las manos se alzaban aprobando nuevos pensamiento… y sin embargo los “ácaros sociales” continuaban en la gran alfombra de plástico y cartón, tumbados en las sombras, introducidos en la fuente… o simplemente, robando al visitante! –ellos introducían el virus que rompería las células vivas de utopía-.
Ésta situación fue haciendo mella en mi espíritu viajero –vengo de Laredo, lin!, no me puedo dormir- inserté en mis auriculares esa canción que habla de NOCHES DE BOHEMÍA E ILUSIÓN y a la par puse rumbo de nuevo a las calles de MadriZ… Y pidiendo RESPETO me fui, respeto para mí y para todos los demás.
Tras de mí vi como otros abandonaban el campamento de SOL… pero mi roll no es el de guiar a nadie, sino el de encontrarme yo. Y por ello no tardé en girar repetidas veces sobre un palmo de suelo -creo que así se baila un chotis-, hasta conseguir confundir al resto y poder continuar mí búsqueda de ese mar que seguro escondía MadriZ.
En mi sombra un rumor… ¡PERSISTE, NO TE RINDAS! –creo que ésta ha sido la parte positiva de SOL en MÍ. Y ese rumor, cual vapor de locomotora, acentuaba y alargaba mis pasos. Paso a paso, losa a losa, MadriZ iba surgiendo para mí. Un MadriZ de elegantes edificios, de modernismo, de neo-clasicismo, de burguesía, de azoteas que abrazaban al cielo, de gentes que van y vienen. Un MadriZ en donde había cabida para todos y para todo, lo bueno y lo malo, lo magnánimo y lo insignificante… Y un PARQUE!… sí, un parque grandioso se abría ante mí, columnas de árboles escoltan las calles que introducen a los paseantes al interior de este pulmón verde. Desde que salí de Cantabria no había visto tanto color verde junto, tantas hojas bailando al unísono de la brisa y contoneándose en un ASEREJÉ!.
Verde, naturaleza, oxígeno fresco y morriña van de la mano… apenas puedo pensar en otra cosa que no sea el MAR –MadriZ, muéstrame pronto tu mar!-.
Siguiendo el rumbo que marcaban los árboles me adentré más y más en el parque y frente a mí estaba él… allí estaba, era pequeño, colapsado, encerrado en un recipiente de hormigón y ni tan siquiera emanaba frescura y por supuesto mucho menos libertad!. No entiendo el por qué se ha de poner paredes a un mar…
Me senté en su borde y no tuve la fuerza necesaria para tocar sus aguas… pero si el valor suficiente para decidir el que quería regresar al mar de verdad. Al mar que baña a Laredo, al que libera arena blanca y sus vapores fina lluvia que se transforma en verde prado.
Quiero regresar, quiero volver a Laredo. Echo de menos el charlar con Luis Sánchez y observarle bajo su negro sombrero, me apetece irme de rock con IMAGO, salir de vinos con mis amigos del Palenque, cruzarme en la calle con Alejandro Liz… e incluso hasta leer DELAREDU LIN, pasear por la Puebla Vieja y visitar el Puerto Nuevo, mirar desde allí al Castrillar e imaginar sobre la historia que no viví mientras grito LIBERTAD!… QUIERO SUMERGIR MIS PIES EN AGUA, SAL Y ARENA!.
Amigos, me voy de MadriZ… no me gustó el mar que vi.
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ALBERTO LOSA junio 23, 2011
AMIGO JOSE MANUEL…PRECIOSO TU TEXTO Y FOTOS (LOS HEAVYS DE LA GRAN VIA..MITICOS…!!!) SOLO TE PUEDO DECIR UNA COSA…LAREDO MARCA Y MUCHO LIN!! NOS VEMOS COMPADRE