Despertar en la noche a cada rato, olvidarte que tiempo atrás tus manos eran firmes y no temblaban ausentes ya de pulso firme alguno. Buscar causas y explicaciones que no aciertas a encontrar por ningún lado.
Saltar al otro lado, al de las soluciones, y dejarte arrastrar por el abismo hasta que los pies se asienten en territorio firme. Con la velocidad del salto te desprendes de una parte de lo que te lastra, es pura física, es la Ley de la Gravedad.
El “maestro” de la canción Quique González lo dice en el tema Vidas Cruzadas.
“…Al arder la rama, las estrellas ardieron también.
Y una vez en calma, me largué…”
Hoy miro al cielo y veo un cruce lleno de posibilidades mientras me encuentro aún estático decidiendo el camino a tomar. Seguramente cualquiera de ellos que elija no será el correcto, pero sí el acertado.
Otras líneas de la canción dicen:
“…Vidas que dejé cruzadas, vienen encendiéndose.
Vidas que dejé cruzadas, vienen persiguiéndome.
Lucha, con un movimiento…”
He tomado un camino, hay movimiento, veamos qué ocurre…
Me niego a seguir…
«…todo el día en cama, con el volumen de la tele al tres, viendo caras largas de John Wayne…»
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Ana mayo 20, 2020
Tomemos el camino que tomemos, siempre será por algo. ¡Me encanta el post!
J.Manuel mayo 20, 2020
Esa pobre golondrina, tan insignificante en el universo y a la par inmersa en un «cruce de caminos» pendiente de tomar la decisión que la haga volar en un nuevo rumbo.
Correcto o no, un rumbo al fin y al cabo.